domingo, 24 de abril de 2011

Visita al municipio de Armería






Valorar la ciudad que tenemos


24 de Abril de 2011.

Abelardo Ahumada

Existe un dicho, bastante común, pero no por eso menos sabio, que se resume en lo siguiente: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Un dicho que igualmente se puede aplicar a la escasa valoración que a veces le damos a lo que nos rodea, tal vez por considerar que “siempre ha estado allí”, o es lo mismo en todas partes. Lo cual no es cierto.
Comento todo lo anterior porque el domingo pasado, platicando con algunos turistas frente a la Catedral, se mostraban admiradísimos de las bellezas urbanas que tenemos aquí en Colima, y que –según opinaron- es muy difícil poder observar en otras ciudades de nuestro país, incluidas las más grandes de ellas y las demás capitales de los estados: un ejemplo concreto el de nuestros parques y jardines, y el de los camellones cubiertos de árboles y flores.
Parques y jardines hay en todas partes, pero difícilmente, en verdad, se les ve tan verdes y bien cuidados como el Parque Hidalgo, el jardín Núñez, el Libertad, el de San José o el de La Corregidora, por sólo mencionar unos cuantos. Otros ejemplos de nuestras bondades o “fortalezas”, como les dicen ahora, que son visibles incluso en el centro, pese a las obras de destrucción-reconstrucción que se están llevando a cabo, es del de la limpieza de nuestras calles y aceras; el de la casi totalidad de las fachadas pintadas; el de la ausencia de feos grafitis; el de la frescura del río y el verdor de sus márgenes. Más uno que los turistas con los que platiqué calificaron como invaluable: la tranquilidad. “Esa tranquilidad con la que puede uno salir, casi a cualquier hora, a caminar por las calles. Esa tranquilidad que se observa en la gente que deambula por la avenida Madero, en la que pasea por los parques y jardines, en las parejas de enamorados que se sientan para abrazarse y besarse en sus bonitas bancas de hierro vaciado, y hasta en los vendedores de globos y palomitas, o en los boleros que desde muy temprano vimos que salen eufóricos a trabajar debajo de algún laurel, o de algún mango, conversando con todos los clientes o pasándose los nuevos chismes y arguendes con sus conocidos y compañeros”.
Y sucede, en efecto, que la costumbre (o la cotidianidad) nos nubla la vista y nos impide ver las bellezas que nos rodean, hasta que alguien de fuera viene y nos dice: “¡Ay, amigo, qué bonita es tu ciudad! ¡Cuídenla! Porque allá donde nosotros vivimos no se ve nada de esto que ustedes tienen. Mira esos naranjos llenos de frutos. Mira esos mangos que ahorita están madurando. Mira ese montón de flores tan diversas, tan bonitas y tan llenas de diferentes colores. Y luego ve eso. ¿Cuándo habíamos visto que los jóvenes tuvieran acceso a la internet en los parques y jardines?”
Yo seguí con ellos, platicando en la banca, sin comentarles a qué me dedico, pero muy atento a sus elogiosas palabras. En eso comenzaron a llegar los músicos de la banda hasta el kiosco del jardín Libertad y a colocar arriba sus instrumentos. Al rato las primeras melodías llenaron el aire, y las primeras parejas se dispusieron a bailar, y mis circunstanciales amigos, más asombrados aún, se despidieron de mí para irse a participar en esa “otra maravilla” que nunca ven en la ciudad de donde proceden.
“¿Maravilla el simple hecho de que una orquesta suba a un kiosco e inicie una audición y propicie un baile?”, me quedé pensando. Y llegué una vez más a la conclusión de que sólo pueden maravillarse de algo simple y sencillo aquellos que todavía tienen una gran capacidad de asombro, o todos aquellos también que carecen de lo que se habla. Con lo que quiero decir que así como le puede maravillar a un alguien, nativo del desierto o del semidesierto, el hecho de ver a un naranjo agrio en floración, a un mango fructificando, a las altísimas palmas adornando los camellones o a la leve corriente de nuestro pequeño río fluyendo en medio de tanto verdor; así les puede maravillar a otros, donde las autoridades no se preocupan por la cultura, el hecho de ver que en nuestra plaza de armas acudan bandas, orquestas y conjuntos musicales a amenizar las tardes de los paisanos; o el hecho de ver también, a un grupo de jóvenes entusiastas repartiendo, como lo hicieron, miles de libros para fomentar la lectura.
Motivado por lo anterior, en el atardecer del martes pasado volví a ir al centro de la ciudad y recorrí la calle Filomeno Medina, viendo con gusto cómo algunas decenas de evidentes fuereños recorrían sus aceras plácidamente, comiendo churros o elotes, visitando las huaracherías o yéndose a sentar en las nuevas bancas (a las que para mi gusto les faltan respaldos) de la también muy nueva plazoletita de la Sangre de Cristo.
Me senté otra vez en una de ellas, en donde había una pareja cincuentona con shorts, camisa y blusa floreadas y sandalias de marca, con sus pieles enrojecidas como de camarones fritos. La señora, más blanca que su pareja, traía cubierta de crema o de bronceador sus hombros, los brazos, el rostro y parte del pecho. Pero no por eso se veía menos feliz.
Disimulé la lectura de un libro colimote, dando tiempo a que me observaran, y a la primera oportunidad me dirigí a ellos:
“Supongo que no son de Colima, ¿verdad?” Un leve asentimiento de sus cabezas me confirmó la suposición y fui directo: “¿Ya conocían aquí? ¿Han venido varias veces?”
El señor terminó de morder su churro y me contestó: “Es nuestra primera visita. Pero vinimos porque unos amigos, más bien compadres de León, nos ponderaron mucho a Colima. Aunque nosotros somos de Lagos (Lagos de Moreno, Jal.).
-          Y ¿qué tal? ¿Se cumplieron sus expectativas?
-          ¡Muchísimo! ¡Qué bárbaros! ¡Qué bonita ciudad! Guadalajara, nuestra capital, también es hermosa, tiene muchas cosas extremadamente bonitas, pero como que ya se perdió la tranquilidad allá. Hay mucho ruido, hay muchos vehículos circulando. En cambio aquí, sin dejar de ser ciudad, se respira como un aire más de pueblo, más parecido al de Lagos, aunque todo es muy verde, muy lleno de árboles, y hay flores en yodas partes. Cosa que nosotros, en nuestra ciudad, por más que nuestras autoridades y nuestros jardineros se esfuercen, jamás vamos a tener… Lo único que nos parece muy feo es ese montón de banquetas y calles rotas, pero suponemos que pronto las van a arreglar.
-          ¿Les gustó entonces Colima para volver?
-          ¡Claro que sí! Y para la siguiente vez no sólo vamos a venir por un día, porque ahora realmente nos hospedamos en la playa y vinimos nada más una tarde a conocer. Para la otra vez, ojalá que sea en diciembre, nos vamos a hospedar siquiera una noche aquí, para ver cómo es Colima de mañana y noche.
-          Y, díganos, ¿quién es usted, que tantas preguntas nos hizo?
-          Soy un simple curioso, enamorado también de esta ciudad.
-          Pues ¡cuídela, don Curioso! Y dígale a sus paisanos que la cuiden y aprendan a valorar lo que tienen.
Y yo les prometí: “Sí, lo vamos a hacer”.

sábado, 16 de abril de 2011

Primera Sesión de la Asociación de Cronistas


El presidente de la asociación Abelardo Ahumada González y los socios en la sesión del Paraíso, el cronista de Armería Miguel Chávez Michel, se lució con la esperada atención, gracias Miguel.

Coloquialmente Abelardo anunció que después de la visita por algunos lugares y obras importantes para la comunidad armeritense y bajo la guía del cronista del municipio, Miguel Chávez Michel "Más tarde nos fuimos todos al Paraíso a comer y a beber: una mariscada, unas cheves, vinillo, ya ustedes se lo podrán imaginar. ¡Salud!.
Que tal???, bueno lo que pasó es que nos fuimos a El Paraíso a soportar el "calor" del mediodía, así pues, los cronistas procedimos a desahogar la primera sesión que se desarrolló bajo el siguiente orden del día: Lista de asistencia, declaratoria del quorum legal, presentación del plan de trabajo, asuntos generales. La parte medular es la presentación de la propuesta de plan de trabajo hecha por el presidente Abelardo Ahumada, dentro del que destacan 14 propuestas que a continuación se enlistan:

  1. Que nuestras reuniones o asambleas ordinarias se verifiquen, mes a mes, en forma rotativa y por orden alfabético, de tal manera que no las centralicemos y que cada uno de nosotros, en su oportunidad, se pueda convertir en anfitrión del resto cuando menos una vez al año.
  2. Que previo a esas mismas reuniones, el cronista anfitrión le ofrezca al resto en breve recorrido, por algún espacio clave o significativo de su propia municipalidad, en el que explique lo que allí ocurrió y aquello que le da un valor histórico local al sitio de que se trate.
  3. (Rescatando una idea que hace dos años quedó en el aire) que cada uno de nosotros redacte su propia lista de efemérides municipales, con la mira de integrarlas todas en una nueva lista, evidentemente mayor, de efemérides estatales, con la idea de publicarlas al final del año 2011, o a principios de 2012.
  4. Que cada uno de nosotros, también, desde sus tareas cotidianas, se disponga a colaborar con los demás, tanto para difundir lo propio de su municipio, como para admitir que otros lo hagan en el suyo.
  5. Que nos dispongamos a participar todos o en la publicación de una revista trimestral temática, cuya edición se negociará en primer término con la Secretaría de Cultura, u cuyo financiamiento, sería tanto estatal como municipal, comprometiéndose la directiva a visitar todos los alcaldes con el propósito de que nos aporten $ 2,000.oo trimestrales (o sea $ 666.66 mensuales) para gastos de edición, de manera que no sea gravoso para ninguna alcaldía, al hacer colectivo el gasto. Y como primeros temas, propongo:
· Bellezas y peculiaridades geográficas de los 10 municipios de Colima, que desde luego habrá de contener una descripción pormenorizada de las principales características orográficas (y fotografías) de cada uno de ellos; el mapa más actualizado de sus respectivos territorios; un plano de c/u de las cabeceras municipales (que deberá ser simplificado en el caso de las ciudades, y más al detalle en el que de los que aun sean pueblos), procurando que su redacción y manejo sean accesibles para la mayoría de los lectores y preferentemente para los estudiantes del nivel básico y secundario.
· Los más remotos ayeres de los 10 municipios de Colima. Que Sería, por supuesto, un resumen micro-histórico municipal, destacando la época prehispánica (con datos muy actuales que al respecto han venido aportando los arqueólogos del INAH) y la época virreinal, hasta el punto en que cada demarcación se convirtió en municipio).
· Cuentos, leyendas y tradiciones de los 10 municipios de Colima.
· Personajes destacados y/o pintorescos de los 10 municipios de Colima.
6.- Que con esos mismos, o simples contenidos, enriquezcamos entre todos el programa semanal de radio que nuestra asociación tiene en 98.1 Conexión FM, de tal manera también que no dejemos solo a su conductor (Juan Delgado Barreda) y que, previa organización y disposición voluntarias, nos vayamos turnando para difundir ente el auditorio los datos y acontecimientos más relevantes del ayer y del hoy de nuestros municipios.
7- Que nuestro programa de radio asuma en esquema propio de presentación que resulte más atractivo para los radioescuchas, dividiéndolo por ejemplo en segmentos: uno en el que se refieran las efemérides locales de la semana, en lo general; otro en el que se presente algún entrevistado que de preferencia no sea funcionario y que participe en actividades culturales más afines a la nuestra (maestros de danza, pintores, escritores, cuenteros, compositores, reporteros, artesanos, etc.) y otro en el que el cronista invitado hable de las cosas de su municipio.
8.- Que busquemos el modo de revitalizar una antigua página de internet que propuso en su momento Noé Guerra Pimentel, y que le demos vigencia y actualidad, para difundir nuestros productos culturales.
9.- Que busquemos establecer un vínculo de amistad y conocimientos con los colegas cronistas de los municipios circundantes de Jalisco y Michoacán, mismo que ya he iniciado con los de Sayula, Cihuatlán, El Grullo, El Limón, Tuxpan y Zapotlán el Grande.
10.- Que organicemos un Congreso Regional Anual de Cronistas de Colima, Sur de Jalisco y Occidente de Michoacán, para comentar, revisar y difundir asuntos de orden regional, y que atendamos las invitaciones que asimismo nos pudieran ellos hacer (como una que nos han planteado para el próximo 26 de noviembre).
11.- Que organicemos y convoquemos a la realización del Primer Congreso Regional Anual, a finales de septiembre próximo, con sede en el Centro Cultural de Cuauhtémoc, Col., y con subsede Colima, que tenga como tópico general uno que podríamos denominar Historias compartidas sobre el Camino Real de Colima y sus ramales, que trataríamos de publicar después con el patrocinio también de todas las alcaldías involucradas, y de difundir masivamente a través de nuestra página o blog de internet.
12.- Que mantengamos comunicación y desarrollemos actividades conjuntas con organizaciones afines o similares tanto en lo local, como en lo regional y lo nacional.
13.- Que establezcamos contacto y comunicación con asociaciones de paisanos nuestros en Guadalajara, el Distrito Federal, los Ángeles, Ca. y Las Vegas, Nevada, entre otras.
14.- Que revisemos periódicamente los avances de nuestro plan y le hagamos las correcciones y adiciones que sean necesarias sobre la marcha, de tal modo que sea un plan dinámico y perfectible.


Visita de los Cronistas al Presidente Municipal de Armería



ARMERIA, COLIMA.- En visita de cortesía el pasado sábado, los Cronistas Municipales del Estado se entrevistaron con el Presidente Municipal, Ernesto Márquez Guerrero, a quién después de agradecerle los apoyos recibidos de la administración municipal a su cargo, le presentaron a la nueva dirigencia estatal de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.
El primero en hacer uso de la palabra fue el ex presidente de los Cronistas Roberto George Gallardo, quien explicó los objetivos de ese colectivo, e hizo una reseña de las actividades que han venido realizando para rescatar, preservar y difundir la historia local, así como los usos, costumbres, gastronomía y personajes típicos de nuestros pueblos.
También explicó que cada tres años, renuevan su dirigencia y que en cumplimiento de este mandato estatutario, eligieron la nueva directiva que quedó integrada como Presidente Abelardo Ahumada (Colima), Secretario Miguel Chávez Michel (Armería) y Tesorero Rubén Jaime Valencia Salazar (Comala).
En el uso de la palabra, el nuevo Presidente de los Cronistas Abelardo Ahumada hizo un esbozo del Plan de Trabajo a realizarse en los siguientes tres años, explicando al efecto, que además de publicar trimestralmente una revista que consignará las actividades que realizan, para los efectos de intercambiar experiencias y evidencias documentales de los trabajos a su encomienda, se reunirán mensualmente en cada uno de los Municipios del estado, habiéndole correspondido, por orden alfabético, verificar la primera reunión en Armería. Y que también, ésta, es la primera visita, como nueva directiva, que realizan con un Alcalde.
El Alcalde Ernesto Márquez Guerrero, por su parte agradeció la visita, les ofreció todo su respaldo a las actividades que realizan y reconoció el trabajo cronístico, que desde hace mucho años ha venido realizando el Licenciado Miguel Chávez Michel, de quien dijo “es una persona muy estimada y querida en Armería”.
Posterior a la visita que realizaron al Alcalde Armeritense, los Cronistas realizaron un recorrido por la zona centro de la ciudad de Armería en donde recibieron, por parte del Cronista Municipal, una explicación histórico-cronológica del templo parroquial, jardín principal, Presidencia Municipal, escuelas primaria y secundaria, mercado municipal, portales y auditorios Gustavo Vázquez Montes y Rubén Tinoco Alcantar.
Los cronistas que participaron fueron Miguel Chávez Michel (Armería, Abelardo Ahumada (Colima), Rubén Jaime Valencia Salazar (Comala), Roberto George Gallardo (Coquimatlán), Antonio Magaña Tejeda (Cuauhtémoc), José Manuel Mariscal Olivares (Ixtlahuacán), Teófilo Cervantes Pizano (Tecomán) y Salvador Olvera Cruz (Villa de Álvarez). También participaron los ex cronistas Humberto Muñíz Mercado (Manzanillo), José Salazar Aviña (Tecomán) y Juan Delgado Barreda (Villa de Álvarez).

Elección de la nueva mesa directiva



El sábado 12 del mes en curso los integrantes de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades de Colima, A. C., realizaron la elección de su nueva mesa directiva, periodo 2011-2014, que encabeza José Abelardo Ahumada González, cronista municipal de Colima.
Antes de proceder a la elección, Roberto George Gallardo, presidente actual de la ACPCC, presentó un resumen de las actividades más relevantes realizadas tanto por su directiva, como por los demás socios, desde que él mismo fue electo hace tres años; resaltando la publicación de cientos de artículos y reportajes en diferentes medios; la transmisión semanal de un programa radiofónico que durante casi todo ese lapso condujeron Noé Guerra y Rafael Tortajada en Conexión 98.1 FM; la participación destacada de algunos de los socios en los Congresos Nacionales de Cronistas de Tuxtla Gutiérrez, Chis.; Saltillo, Coah. Y Tecamachalco, Pue., la publicación de varios libros individuales, y la publicación conjunta del libro Pasajes de la Revolución en los Municipios de Colima, salido de imprenta el pasado 18 de noviembre; sin dejar de lado las actividades que cada uno de los cronistas, de manera particular y “con su propio estilo”, llevó a cabo en sus respectivos ámbitos.
George Gallardo agradeció la participación de todos y cada uno de los integrantes de la ACPCC y, acto seguido, acompañado por Rafael Tortajada Rodríguez, secretario de la misma, procedieron a resolver el cuarto punto de la orden del día; habiendo sido electos como escrutadores, Juan Delgado Barreda, ex cronista de Villa de Álvarez, y Horacio Archundia, cronista manzanillense.
Pasaron lista 13 de los 18 socios activos y permanentes que a la fecha integran la asociación y, hechas las propuestas, eligieron por unanimidad al referido Abelardo Ahumada, como presidente; a Miguel Chávez Michel, cronista de Armería, como secretario; a Rubén Jaime Valencia Salazar, cronista de Comala, como tesorero; a Horacio Archundia Guevara, cronista de Manzanillo, como primer vocal, y a Salvador Olvera Cruz, Cronista de Villa de Álvarez, como segundo vocal.
Ahumada González agradeció a sus compañeros la elección que se realizó en su favor, y se comprometió a presentar próximamente “un plan realizable de trabajo”. Quedando por definir el lugar y la fecha en que se les tomará su protesta reglamentaria. Pero que deberá ocurrir en un plazo no mayor de 15 días.

domingo, 10 de abril de 2011

¿Existió el Rey de Coliman?


Abelardo Ahumada

Por la única y más antigua entrada que la ciudad de Colima tenía a partir de la Carretera Nacional existe, desde 1955, un monumento dedicado al “Rey de Colimán” (sic). Fue diseñado y esculpido por el gran escultor Juan F. Olaguíbel por “por encargo del C. Gobernador Constitucional del Estado, Gral. J. Jesús González Lugo” – según reza una placa -, e inaugurado el 16 de septiembre de ese mismo año. Un monumento realmente bien hecho que contribuyó a hermosear un poco más, la ya de por sí muy bella entrada de la ciudad.
Dicho monumento, sin embargo, desde un principio planteó la interrogante de si realmente  existió el personaje que representa, y eso no sólo por la carencia casi total de documentos que hablen sobre su vida, sino por el hecho mismo de que en uno de los “brazos” del muro convexo que le sirve como pedestal, hay una inscripción, esculpida sobre una especie de pergamino figurado en “piedra chiluca”, que a la letra dice: “Más fuerte que tu historia, tu leyenda es a la vez destino y privilegio”. Y, otra, en el otro “brazo”, que en vez de complementarla con un argumento de demostración histórica, le añade, más bien, algo que parece un propósito de educación cívica a la antigüita, y que reza: “Colima exalta aquí tu estirpe como una definición de patriotismo”. Expresiones ambas (sobre todo la de “tu leyenda”) que llevaron a unos historiadores y observadores críticos, locales y foráneos, a comentar incluso que aquel monumento había sido inventado a partir de una falacia; sólo para que los colimenses tuvieran un antecedente pseudo-histórico del cual enorgullecerse. Pero ¿realmente fue así?  
En aquellos años dominaba el ambiente cultural colimote un reducido grupo de profesores, escritores y periodistas que destacaba no sólo por sus conocimientos, o por su capacidad probada para la redacción y la oratoria, sino, también, por una especie de versatilidad un tanto ambiciosa (lógica, por lo demás, en sus circunstancias) para ocupar cuanto cargo político, educativo o administrativo les fuere asignado, ganándose el muy agudo mote, de “Los Penicilinos”. Por analogía con aquel famoso antibiótico, recién descubierto, que era utilizado para curarlo todo. De la misma manera que Los Penicilinos servían, pues, o pretendían servir para casi todo.
El jefe, o líder moral –dirían ahora- de todos ellos, era el Profr. Ricardo Guzmán Nava, que comenzó el sexenio de González Lugo siendo Rector de la Universidad Popular, y que lo terminó siendo presidente municipal de Colima (del 1° de enero al 31 de diciembre de 1955), luego de haber sido también presidente de la XXXVI Legislatura. Un hombre culto, además, que influía bastante en el gobernador, y al que, por su modo de operar y como era el presidente municipal ese año, se le atribuyen las dos frases consignadas en los pergaminos de piedra que mencioné al principio.
Otro de los miembros rutilantes de aquel conspicuo grupo fue el periodista Carlos Pizano y Saucedo, quien más tarde emigraría a Guadalajara, en donde sería funcionario de altos vuelos de los gobiernos municipal y estatal, y que escribió, precisamente en 1955, “El Rey de Coliman, estudio histórico”, la obra mejor documentada que hasta la fecha se haya podido publicar en torno a este controvertido personaje.
Haciéndole notar aquí a nuestros lectores que Pizano no lo denominó “de Colimán”, con acento agudo, al estilo español, sino “de Coliman”, con acento grave, prosódico, como se supone lo habrían pronunciado los colimecas y todos quienes hablaron náhuatl.
El maestro Ricardo era, pues, un entusiasta admirador del Rey de Coliman, pero sabía, al igual que varios otros historiadores, que ni siquiera después de publicada la obra de su amigo Pizano se podría dar por válida la historicidad de un “rey” indígena en nuestra región, por lo que prudentemente había logrado motivar al gobernador González Lugo para que al escultor Olaguível no se le pasara incorporar las dos inscripciones que comentamos. Siendo su segunda intención de carácter educativo, para darle a los niños de Colima, en particular, y a los ciudadanos en general, una figura señera con la que se pudieran entusiasmar.
Las críticas, sin embargo, aunque soterradas, se dejaron sentir, y no faltó quien, incluso, hasta se mofara de los promotores del monumento al asegurar que la efigie del “Rey de Colimán” había sido inspirada en el porte y el rostro de un empedrador indígena de los que estaban participando en el empedrado de la avenida del mismo nombre, que acababa de ser abierta.
Argumento muy válido, pero a medias, que no servía, sin embargo, para anular la intención de hacer construir dicho monumento, más porque nunca se tuvo (ni se podría tener) ningún retrato del “rey”, y porque lo máximo que se tenía en cuanto a la posible indumentaria que pudo haber portado, era una figurilla de barro de la colección de doña María Ahumada Peregrina, muy amiga por cierto, de don Ricardo Guzmán y sus compañeros.
Ahora, bien, cuando Carlos Pizano abordó el tema, se refirió a un documento que fue redactado por fray Antonio Tello, a mediados del siglo XVII, en el que se lee lo siguiente: “La conquista de Colima, como queda dicho, fue por los años de 1522. Conquistóla, por orden del Marqués del Valle (Hernán Cortés), el capitán Juan Álvarez Chico; en la conquista tuvo muchas refriegas con los indios, con el famoso rey colimote y con el cacique Soma, rey de Xicotlán”. (Pizano, p. 51, tomándolo de Tello, libro IV, p. 92. Las negritas son mías).
Documento que han querido demeritar los detractores del Rey de Coliman, porque según ellos, fray Antonio Tello, cronista de los franciscanos, era, sin embargo, “muy dado a inventar cosas”. Pero sin tomar en cuenta que como dicho fraile estuvo encargado del Convento de San Francisco de Colima entre 1634 y 1636, pudo muy bien haber llegado hasta él una tradición oral que, apenas un siglo después de muerto el cacique colimeca, corría de voz en voz entre sus paisanos y que, por lo mismo, pese a no ser tal vez exactísima, tenía un alto valor histórico.  Pues no por menos pudo referirse Tello a él como “el famoso rey colimote”.
Por otra parte, los promotores del monumento sabían muy bien que en la Tercera Carta de Relación que Hernán Cortés envió al Rey de España el 15 de mayo de 1522, aquél le comentó al monarca que “el cazonci de Mechuacán”  le había dicho que en ese momento no podían pasar desde su tierra al mar, porque toda esa parte de la costa estaba dominada por un “Señor”, enemigo suyo, que les cerraba el paso. “Señor” del que se ha creído era, precisamente, ése al que la gente desde antes que Tello denominaba Rey de Colima por pura y simple analogía.
Y existe otra fuente más (La Relación de Michoacán), escrita entre 1539 y 1541, por fray Jerónimo de Alcalá, franciscano del convento de Tzintzúntzan,  en la que se menciona la existencia no tanto de un rey, o de un solo señor, sino de varios “Señores de Colima”. Expresiones todas de las que algunos historiadores se valieron para decir que el territorio gobernado por esos señores no era, en consecuencia, un reino, en el sentido europeo, sino un “señorío”, o hasta un “hueytlatoanazgo”, para tratar de ser fieles a la etimología náhuatl. Siendo tan válidas o tan inválidas las dos, como válida o inválida pudiera ser la de un reino.
El hecho sin embargo, que nadie puede cuestionar, es el de que, como sucede con todos los pueblos del mundo, nuestros antiguos colimecas tuvieron uno o varios jefes a la hora en que llegaron aquí los conquistadores, y que antes de ellos hubo otros, muchos otros, háyanse o no llamado reyes, ni cosa parecida.
Consecuentemente, a modo de conclusión, afirmo que es muy válido decir, por analogía, insisto, que aquí en Colima no hubo nada más un rey, jefe, tlatoani o señor, sino varios en épocas pretéritas, y que si hubo uno que organizó a su gente para enfrentar a los conquistadores hispanos, derrotándolos en una ocasión, casi sólo por eso merece ser recordado como un héroe. Y que nada mejor pudo hacer el escultor Olaguíbel para representarlo, que tomar como modelo a un indígena colimote, portador de su misma sangre. Un monumento, pues, y “un rey” del que podernos sentirnos legítimamente orgullosos.

Armería, más allá de los arcos.


Domingo 10 de abril de 2011.


ABELARDO AHUMADA

ARMERÍA es una ciudad a la que, según la perspectiva desde la que se le observe, le tocó la mala o la buena suerte de no ser, como dicen ahora quienes se dedican a organizar viajes turísticos, una “ciudad destino” (como se afirma que es, por ejemplo, Manzanillo), y de sólo ser, en cambio, una ciudad por la que la mayoría de los turistas o viajeros pasa, pero no se queda. Siendo tal vez por eso que es muy poco lo que la mayoría también conoce de ella. A diferencia de Cuyutlán y El Paraíso, que no obstante ser dependientes de dicha cabecera, se conocen más en la medida de que son balnearios a donde la gente sí va a quedarse.
Y un dato que contribuye a ser, como ya se dijo, una ciudad por la que se pasa, es, con toda probabilidad, el hecho mismo de que las únicas imágenes con las que el viajero se queda de su paso por Armería, sean las que ven en la carretera que allí se convierte en calle, y que no es, lamentablemente, ni la mejor, ni la más bien hecha de sus avenidas.
Menciono todo lo anterior porque el sábado, hace 8 días, los integrantes de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades de Colima tuvimos la gratísima oportunidad de sesionar en Armería, y de realizar una visita guiada por su Centro Histórico, bajo la conducción (y con las explicaciones) de Miguel Chávez Michel, su cronista municipal. Que no sólo conoce al dedillo la historia de su desarrollo, sino a la mayoría de los residentes por sus nombres y domicilios, en la medida también de que fue su presidente municipal de 1989 a 1991.
Con ese flamante guía, pues, pudimos saber, conocer y disfrutar un poco más algunos bonitos detalles y aspectos de esa ciudad, que de manera resumida me gustaría hoy poder compartir con nuestros lectores, para que cuando puedan y quieran se den un día de éstos la oportunidad de ir a recorrer, y no sólo pasar, por Armería.
Después de recibirnos en su casa con unos cocos “de cuchara” recién jimados, Miguel nos condujo en caravana desde su hogar hasta el templo dedicado, como tantos otros en nuestro país, a la venerada Virgen de Guadalupe, explicándonos que uno de sus principales promotores fue el padre Juan Hernández León, fallecido en 1977, y que mucho contribuyó también para que Armería fuese separado del municipio de Manzanillo, y convertido en cabecera municipal. Acontecimiento que se verificó el 19 de mayo de 1967, durante una sesión solemne que la XLI Legislatura del Estado llevó a cabo en el local de la escuela primaria Adolfo López Mateos, única que había entonces en el pueblo.
En la iglesia, amplia, ventilada, con altos muros de celosías, no había nadie rezando a las 12:30 p.m. del sábado, pero se respiraba un ambiente muy silencioso y acogedor, refrescado por una leve brisa que, supongo, llegaba procedente del no muy lejano mar.
Nos paseó también Miguel por el amplio y soleado jardín principal, en donde hay un bonito kiosco de hierro forjado, limpio, con se base octagonal pintada con una combinación bicolor, verde y crema, y con sus barandales de herrería de blanco.
Un sitio en el que, por el solazo del medio día, nos resultaron muy refrescantes los prados y necesaria la sombra de un mango en plena producción que nos sirvió de atalaya y cobijo, desde donde pudimos seguir escuchando las explicaciones de Miguel, que nos mostró, por el lado sur de la plaza, calle de por medio, un edificio modernizado que en otros lejanos ayeres fue la primera oficina del ayuntamiento, y más tarde el Cine Armería, y hoy es el salón de usos múltiples Gustavo Vázquez Montes. Un cine que al igual que los de muchos de otras ciudades, desapareció cuando las televisiones, primero, y las videocasteras después, invadieron todas las casas.
Cruzando la amplia avenida Revolución, hacia el poniente, está el edificio de la Presidencia Municipal, con un portal de dos pisos que le da un bonito aspecto, y que en el cubo de la escalera tiene un mural que pintó Noé Guerra Pimentel, otro de los cronistas armeritenses, cuando acababa casi de salir del Centro de Educación Artística Juan Rulfo (Cedart), donde estudió en Colima.
Allí nos recibió en su despacho el ya dos veces alcalde Ernesto Márquez Guerrero, quien se desprendió del sillón de su escritorio, y se vino a sentar con nosotros al recibidor. 
No deseando que perdiera su tiempo, nos presentamos, le expusimos lo parte sustancial de nuestro plan de trabajo, y él, tras de felicitar a Miguel por su entusiasmo para reseñar la historia del municipio, ofreció contribuir con la décima parte de lo que se requiera para solventar la publicación de una revista trimestral que pretendemos sacar a la luz en breve.
Mientras estábamos en la oficina del alcalde, me llamó poderosamente la atención una marina interesantísima (pintada por A. Zapién, de Manzanillo, en 1998), donde aparece la famosa Ola Verde de Cuyutlán, y sobre la que, colocado magistralmente al trasluz, está el rostro del también famoso nadador colimense, Alberto El Güero Isaac, haciendo alusión al dato de que cuando falleció ese mismo año, estableció, entre sus últimas decisiones, la idea de ser cremado y de que sus cenizas fueran vertidas precisamente en una de esas olas
Cuando salimos de la alcaldía, Lito, como le dicen allá, de cariño, a Miguel Chávez Michel, nos condujo a una cancha techada que, ubicada en la misma manzana que la presidencia, ahorita alberga, “en plan de mientras”, el mercado municipal, debido a que en la constraesquina se está reconstruyendo, ampliando y modernizando el antiguo; al mismo tiempo que, pegadita a él, se está construyendo también la primera central suburbana para los autobuses que viajan desde la cabecera municipal a los demás pueblos del municipio. Obras, las dos, que contribuirán a darle un mucho mejor aspecto al centro de la ciudad.
Miguel nos dio allí otras explicaciones, pero no quiero abrumar con tantos datos a nuestros lectores, sino convencerlos de que vayan un día a dar la vuelta a esa ciudad, para que vean, en vivo y a todo color, todo esto que les platico. Pero que no lo hagan, como nosotros, al medio día, para que no se acaloren, sino, tal vez, muy temprano, cuando comienza el bullicio, o ya en la tardecita, cuando la gente ya dejó de trabajar o durmió su siesta y, bañada y acicalada saca sus cómodas sillas de plástico (que lamentablemente están substituyendo a los frescos equipales) a las banquetas, y se ponen a platicar con casi todo el que pasa.
A nosotros, en ese rato abochornado, nos tocó pasar por los portales vacíos, pero viendo la limpieza que impera en las calles y gozando del hecho de que todavía hay muchos zaguanes y puertas abiertas en Armería. Lo que nos da una señal de la tranquilidad con que aún viven los armeritenses.
Y sobre esa misma avenida principal, que corre de norte a sur (y viceversa), nos tocó ver también un par de arcos de los que por lo regular se instalan en las entradas de las ciudades y pueblos, para darle la bienvenida a los visitantes. Lo que no deja de ser curioso al menos para mí, por el hecho de que estos arcos fueron construidos paralelamente a la calle-carretera y prácticamente en el centro de la ciudad, como si quienes los construyeron hubieran, íntima y tal vez hasta inconscientemente reconocido, que esa parte feyuca no era la más digna de ver, y que, por lo tanto, los arcos tendrían que ponerse allí donde están, para invitar a quienes así lo quisiera, a entrar en la que sí es la parte más bonita de la ciudad; la que vale realmente visitar y de la que ellos (los armeritenses) se pueden sentir, y se sienten, verdaderamente orgullosos.
Más tarde nos fuimos todos al Paraíso a comer y a beber: una mariscada, unas cheves, vinillo, ya ustedes se lo podrán imaginar. ¡Salud! 

CONFERENCIA DE ABELARDO AHUMADA EN EL ARCHIVO DE COLIMA

CRÓNICA EN IMÁGENES José SALAZAR AVIÑA