miércoles, 18 de mayo de 2011

LA MORADA DE NUESTROS MUERTOS

Profr. Rubén Jaime Valencia Salazar




Los hallazgos de tumbas antiguas en las excavaciones que realizan los arqueólogos de manera científica y los “moneros” en plan de saqueo, nos hacen suponer que nuestros antepasados efectuaban los entierros de sus muertos en espacios indeterminados.
Documentos existentes nos refieren que fue hasta el Siglo XVI, con la llegada de los españoles y Frailes, cuando éstos fundan iglesias y hospitales iniciándose las sepulturas en los templos o en los espacios cercanos a ellos, dando preferencia a los propios españoles y posteriormente a indios ya convertidos a la religión, pero sin ningún registro de ellos.
En el año 1642, perteneciendo Comala a la Diócesis de Michoacán, el Obispo dio órdenes para que todos los fallecidos fueran sepultados en el predio ocupado por el Templo de San Miguel.
El libro más antiguo de registros de defunciones que existe en Comala es de aspecto religioso, comprendiendo del 14 de junio de 1832 al 30 de septiembre de 1848 y sus anotaciones son muy lacónica y no claras ni precisas, tales como: -en esta iglesia de Comala- o -en el cementerio de esta iglesia de Comala- -se dio eclesiástica sepultura del cadáver de un feligrés-, sin especificar nombre, edad, sexo ni causa del fallecimiento.
El 22 de Agosto de 1833 es sepultada en Colima la primera víctima del denominado -cólera grande- por lo que en Comala, ante esta gran tragedia, previendo dar sepultura sólo a las víctimas que pudiese originar este mal y evitar un mayor contagio al depositarlos en la iglesia o atrio de la misma, se solidarizan las autoridades eclesiásticas y civiles, las primeras encabezadas por el Padre Gregorio Mora y las segundas por el Noble Ayuntamiento, del que era su Alcalde Primero el señor José María Valencia, determinando un sitio para tal fin y que hasta la fecha se desconoce su ubicación, nombrándole -Campo Santo de San Juan Bautista- espacio en el que, entre el 24 de agosto y el 22 de octubre del mismo año, fueron sepultados 210 fallecidos.
En 1840 el mismo Padre Mora abanderó la idea de que la población, considerando su crecido número de habitantes, así como para evitar contaminación por continuar utilizándose el templo y el atrio del mismo para sepultar a sus muertos, debería de tener un -Campo Santo- de manera permanente y no sólo para casos de epidemias, debiendo ser amplio y funcional.
Las autoridades civiles, dirigidas por don Rafael Fuentes, también hicieron suya la inquietud y determinaron fuera utilizado para este fin un predio localizado al poniente del río San Juan que tenía su acceso por lo que hoy se le nombra calle Álvaro Obregón, fracción sur del actual, conocida como panteón viejo, terreno que fue limpiado, nivelado, circulado y en el que, según las costumbres religiosas, se construyó una capilla posa, llevándose a cabo su solemne bendición, por el Padre Mora, el 7 de julio de 1842, previa autorización concedida a éste por las autoridades eclesiásticas y con la misma denominación -Campo Santo de San Juan Bautista-
En 1930 el Cabildo Presidido por el señor Leonardo Fuentes Carrillo determinó su ampliación y nuevo acceso por el lado norte, cerrada de lo que hoy son las calles Progreso y 15 de Mayo, siendo el cadáver de la señora Regina Bravo de Valencia, el 22 de Mayo del mismo año, el que se introdujo por el antiguo acceso y al día siguiente los despojos del mismo Fuentes Carrillo, Presidente Municipal, fueron introducidos por la entrada al lado norte que él mismo promovió.
Ante la falta de espacios para nuevas sepulturas el Ayuntamiento 1980-82, encabezado por la Educ. Rosa Ramona Ortega Salazar, adquirió un predio al norte de la población deseando fuera el nuevo cementerio, sólo se inhumó el cuerpo del señor José Hernández Meza (a) “el pomo” quien, transcurrido el tiempo, fue trasladado a las nuevas instalaciones, ya que fue considerado inapropiado el tipo de terreno.
El Ayuntamiento Presidido por el señor Jorge Salazar Rodríguez, en 1984, adquirió del señor Rodolfo Rocha Contreras la fracción colindante al oriente de las existentes originalmente, procediendo a su fraccionamiento y abriendo nuevos accesos por las calles Corregidora y Progreso.

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