5 de agosto de 2012
Abelardo Ahumada
Aunque hoy existan muchos
paisanos que le han dado la espalda al cine nacional, es un hecho perfectamente
sabido que cuando la industria cinematográfica tuvo su “época de oro”, uno de
los más grandes artistas que en dicho tiempo existieron fue Pedro Infante. Un
individuo carismático y sencillo que, con sus actuaciones e interpretaciones se
incrustó, por así decirlo, en el corazón de los mexicanos y en los de no pocos
hablantes de la lengua hispana, puesto que sus películas se proyectaron no sólo
en México sino en prácticamente todo el continente, y al menos en España.
La presencia simpática de este notable
sinaloense llegó a manifestarse, no nada más en todos los viejos cines de
nuestro terruño sino, también en vivo, en la plaza de toros de Villa de
Álvarez, cuando ésta solía instalarse en
un potrero de don Constantino Rodríguez, allá por donde ahora existen la
escuela primaria Enrique Andrade y el jardín de niños Pomposa Silva Palacios.
En razón de lo anterior, y de que
la XERL (la más antigua estación radiofónica de Colima) incluía diariamente
canciones de El Gavilán Pollero en su
programación, miles de paisanos nuestros lo tuvieron como su ídolo, incluso
después de su muerte, acaecida en un “avionetazo” en Mérida, el 15 de abril de
1957.
01 El templo parroquial de Guamúchil, Sin. ratifica la devoción mexicana por la Virgen de Guadalupe. |
Por todo lo antes dicho, no puedo
negar que sentí una emoción especial cuando, hace exactamente ocho días, seis colimotes que
asistimos al XXXV Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, con sede
en la ciudad de Guamúchil, Sin., tuvimos la oportunidad de visitar (demasiado
rápidamente, para mi gusto), la casa en donde aquel famoso cantante vivió parte
de su adolescencia y de su juventud.
La casa en cuestión, convertida
en museo para enaltecer su recuerdo, no se parece casi en nada en lo que pudo
ser la habitación de la familia Infante, pero está ubicada en una amplia calle
que otrora fue un espacio terroso ubicado paralelamente junto a los rieles del
Ferrocarril del Noroeste, muy cerca de la antigua Estación de Évora.
02 Guamúchil es la cabecera de un municipio joven, pues acaba de cumplir 50 años como tal. |
Al descubrirme instalado entre
tanta gente allí, no pude observar con detalle el ámbito en que se desenvolvió
esa importante parte de la vida del artista sinaloense, pero sí lo pude
imaginar de chamaquito, asistiendo al cuarto grado (último que él estudió) de
la única escuela que durante las postrimerías de la guerra cristera había
entonces en el pequeño pueblo de Guamúchil. Un pueblo al que un cronista local
describe con “apenas dos calles”, y otro, posterior, describe, ya en 1949, cuando
Pedro estaba en la cúspide de su fama internacional, como un “poblado que no
era más que un puñado de casas carente de los más elementales servicios […] con
categoría de estación de ferrocarril y rango de sindicatura” dependiente del
municipio de Mocorito. Un lugar en donde no había agua potable y la
electricidad sólo se hacía presente en las casas y tiendas de los ricos de las
siete a las once de la noche.
03 Bellísimo paraje junto al río Mocorito. |
Muy cerca, sin embargo, de la
casa de los Infante, corría el ancho río de Mocorito, y bien nos lo podemos
imaginar, entonces, yendo a nadar en él, dado que en aquel rincón sinaloense
hace un calor casi infernal, y dado, también, que en aquel entonces no había
muchos espacios para distraerse en Guamúchil, salvo el mencionado río, los
juegos juveniles, un cine mudo y los cantos y bailes campiranos, a los que se
aficionó.
Dicen los cronistas que nos
recibieron, que Pedro y su papá llegaron a formar parte de un conjunto musical
que se llamaba “La Rabia y que sonaba
fuerte entre Guasave y Guamúchil”; propiciando que el joven y guapo muchacho no
tardara en ser asediado por algunas bellas admiradoras. Tanto que en 1934,
cuando apenas tenía 17 años, se convirtió en padre por primera ocasión, al
procrear una niña con la joven Lupita López, paisana suya.
El museo en sí es pequeño y
cuenta con algunas de las indumentarias que utilizó el artista en sus más
famosas películas, así como con carteles de las mismas y un antiguo proyector
cinematográfico. Pero lo que no contiene ni revela es todo lo que concierne a
su familia paterna, ni a la época en que él mismo vivió allí. Siendo ése un
aspecto que se tendría que subsanar.
Más allá de ello, sin embargo, y
de que en la plaza principal de Guamúchil exista un monumento del ídolo en
tamaño natural, lo cierto es que este pueblo caliente de calles muy anchas y
rectas, acaba apenas de cumplir cincuenta años de haberse desmembrado de
Mocorito, y de haberse convertido en la cabecera del municipio de Salvador
Alvarado. Un general revolucionario que fue otro de los grandes personajes que
dio lustre y rumbo a toda esta región.
Justo enfrente de la dicha plaza (en la que además existe una singular “torre del reloj”), se levanta el edificio más alto de la pequeña ciudad: el hotel Davimar, de antigua raigambre, que precisamente fue sede del XXXV Congreso Nacional de Cronistas.
04 He aquí el edificio de la presidencia, moderno y funcional. |
Justo enfrente de la dicha plaza (en la que además existe una singular “torre del reloj”), se levanta el edificio más alto de la pequeña ciudad: el hotel Davimar, de antigua raigambre, que precisamente fue sede del XXXV Congreso Nacional de Cronistas.
Al recorrer el centro en los
ratos libres del primer día, pude constatar que Guamúchil tiene un gran
parecido con nuestro Tecomán. No sólo por su tierra plana y su clima cálido,
sino por la vegetación que lo cubre y por la productividad de sus campos.
Campos en los que se desarrolla una agricultura intensiva, en la que se cuentan
por miles las hectáreas provistas de riego. Campos en los que observamos numerosos y extensos
maizales, huertas de mango, hortalizas y otros cultivos, como el aguacate y
algunos cítricos que también se trabajan en nuestras llanuras costeras. Todo
ello sin dejar de observar que, aunque pocas en comparación, también hay palmas
de cocos.
La ciudad, con su mayoría de
casas de un solo piso y algunas de sus anchas calles todavía sin pavimentar,
manifiesta su relativa juventud y ronda apenas los 65 mil habitantes, pero se
ve bulliciosa porque es un centro de comercio y educación al que por necesidad concurren numerosos
paisanos de los pueblos aledaños. Cosa que sucede, según Carlos Francisco
Tavizón, cronista guamuchilénse y
fundador del museo principal de la ciudad, prácticamente desde que la estación
de ferrocarril que le dio origen, en 1907.
Indagando, en efecto, sobre el
surgimiento del pueblo de Guamúchil, pudimos enterarnos que casi nació a la par
que se iban construyendo las vías del ferrocarril Southern Pacific, que habría de llegar desde Guaymas hasta
Guadalajara, y cuyo trazo llegó hasta ese sitio sinaloense en 1907. Tiempo en
que, presuntamente bajo la sombra de un copudo guamúchil, se levantó un
campamento para los trabajadores del riel. Campamento que conforme pasaron los
días fue siendo identificado con el nombre de ese árbol.
A partir de ese momento, y del
almacén para las herramientas y los materiales que se construyó posteriormente,
no tardaron en aparecer otras personas de la región que ofrecían sus servicios
a los trabajadores. Colocándose así las bases para desarrollar este pueblo de
economía agropecuaria pujante, en el que ahora uno puede ver, aprovechando la
vastedad de sus tierras, ya no tanto las máquinas del ferrocarril cruzando por
allí, sino gigantescos tractores, piscadoras y cultivadoras que no se miran
acá, en Colima.
No sobra comentar que fuimos muy
bien tratados por las autoridades locales y estatales; que se nos obsequiaron
excelentes comidas propias de la región (destacando el chilorio y la carne
seca); que nos brindaron muy buena música y que nos llevaron a conocer una
finca bellísima (Hacienda del Río), ubicada precisamente en la orilla de un
bonito embalse del río Mocorito. Cuyo precioso espejo de agua es valorado por
los agricultores guamuchilenses como un espejo de oro. Todo ello en la medida
de que el líquido que almacena, al ser derivado hacia sus parcelas, se
convertirá, tras un proceso de cultivo amoroso, en riqueza contante y sonante.
05 El presidente municipal de Guamúchil es un médico que hizo sus prácticas profesionales en Coalata, Col. Aquí acompañando a la representación colimense. |
No quiero concluir esta breve
descripción de Guamúchil sin comentar tres detalles más: el primero es que su
presidente municipal, Gonzalo Camacho Angulo, médico de profesión, hizo sus
prácticas en el pueblo de Venustiano Carranza, mejor conocido como Coalata, en
el municipio de Manzanillo, Col., y que en cuanto supo que nosotros éramos de
Colima, fue a nuestra mesa a saludarnos de mano, y a platicarnos el gran cariño
que siente por los coalatenses que conoció, y a los que les mandó un afectuosos
saludo.
El segundo se refiere al quehacer y a la personalidad de Cresencio Montoya, actual presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, originario de Angostura, Sin., un individuo afable y sencillo que, no obstante tener una maestría en Historia por la Universidad de Sinaloa, comparte la vocación de la crónica y es, además, un reconocido compositor de corridos y canciones campiranas de su región, y para finalizar, el tercer detalle se refiere al premio que por haber obtenido un Tercer Lugar Nacional, se le concedió en Guamúchil al Profr. Antonio Magaña Tejeda, cronista de Cuauhtémoc, Col., y compañero también en estas páginas dominicales, en un concurso paralelo al referido congreso, participando en la mesa de “Costumbres y Tradiciones de Mi Pueblo”, donde compitió con otros 51 ponentes de todo el país con su trabajo Sucesos reales que parecen cuento. Motivo por el que aprovecho esta oportunidad para felicitarlo públicamente.
El segundo se refiere al quehacer y a la personalidad de Cresencio Montoya, actual presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, originario de Angostura, Sin., un individuo afable y sencillo que, no obstante tener una maestría en Historia por la Universidad de Sinaloa, comparte la vocación de la crónica y es, además, un reconocido compositor de corridos y canciones campiranas de su región, y para finalizar, el tercer detalle se refiere al premio que por haber obtenido un Tercer Lugar Nacional, se le concedió en Guamúchil al Profr. Antonio Magaña Tejeda, cronista de Cuauhtémoc, Col., y compañero también en estas páginas dominicales, en un concurso paralelo al referido congreso, participando en la mesa de “Costumbres y Tradiciones de Mi Pueblo”, donde compitió con otros 51 ponentes de todo el país con su trabajo Sucesos reales que parecen cuento. Motivo por el que aprovecho esta oportunidad para felicitarlo públicamente.
06 Aspecto general del XXXV Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas en Guamúchil, Sin. |
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